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viernes, 26 de abril de 2013

La Dura Batalla por Controlar el INTERTNET! :s

Internet está obligando a autores, empresas, usuarios y consumidores a nuevos marcos de entendimiento.

http://www.serveracruz.com/wp-content/uploads/2012/12/mundo-internet1.png¿Se puede legislar internet? El asunto de las leyes que dejen satisfechos a todos respecto a lo que ocurre en el universo de la llamada red de redes es cuento de nunca acabar.

Y es así porque estamos ante un mundo que se encuentra en constante cambio, donde lo que era novedad y ultra popular ayer, es obsoleto y viejo mañana.

La mayor parte de la población mundial se encuentra conectada por esta red, tendencia que irá en aumento y que tristemente terminará por marginar a las poblaciones que carecen de modos para incorporarse a este tipo de vida. Como las visiones futuristas de Aldous Huxley en Un mundo feliz, quienes no puedan ser parte de ese universo terminarán por convertirse (o los convertirán, mejor dicho) en "salvajes".

En diversos frentes de la world wide web se ha procurado un mayor control, pues la libertad que concede la red ha derivado, en varios casos, en libertinaje. De ahí la aparición de la policía cibernética y sus derivados.

En el caso del entretenimiento, la lucha se ha exacerbado, más por esta idea de compartir los contenidos, un asunto en el que nadie se pone de acuerdo y parece seguirá del mismo modo en mucho tiempo.

Hace un par de años, legislaciones aparecieron por todo el mundo para defender los derechos de autor en la red. Ante el tráfico de contenidos que no generan ganancias para sus creadores, los órganos legislativos de las naciones hacen lo posible para satisfacer las demandas de los autores, pero los esfuerzos se ven rebasados, pues no están ya en el asunto de prohibir determinadas prácticas cuando ya hay una nueva forma de burlar la ley.

Específicamente con el cine, la música y la televisión, el asunto se tornó interesante cuando aparecieron SOPA, PIPA y propuestas parecidas (en México la Ley Döring puso de cabeza unos días las redes sociales).

Estos intentos se vieron frenados, en parte por las demandas de los cibernautas y en otra porque los cuerpos legislativos que propusieron aquellos intentos no estaban a la altura de un debate que parece no tiene para cuando acabar.

Y no estaban a la altura no por que fueran una partida de tontos, sino porque internet, en el caso de los productos de entretenimiento, se rige por un asunto de difícil tratamiento. ¿Qué pasa si me compro la serie de televisión X en el formato más novedoso y decido digitalizarla para que se la pase por internet a mi primo que vive en Groenlandia? Pagué por el producto y puedo usarlo ¿es así?

Si yo quisiera puedo prestarle mis discos al vecino, y no cometo ningún delito. Bueno ¿cómo pasar de esa experiencia de vida al mundo de la red? La respuesta se va a dirimir por años aparentemente, sin que se logre un consenso, a menos que las naciones adopten medidas como las que operan en países árabes y asiáticos, en donde el gobierno decide que se puede y qué no en la enorme red.

Por eso se aplauden los esfuerzos de empresas que deciden pagar para distribuir los contenidos que la mayoría de los usuarios busca en internet. En el caso de las películas, son varios los sitios que operan a modo de videoclubes y que cobran una tarifa mensual para que uno pueda disfrutar de las películas que quiera sin el temor de infectar con un virus a la computadora.

El asunto no termina ahí, pues ofertar contenidos que igual pueden encontrarse en línea de manera gratuita no es suficiente. Por eso hay que darle algo más al cliente, y la mayoría de estos sitios ya produce series de televisión originales o maneja contenidos de carácter exclusivo.

Tal es el caso de iTunes y el catálogo de The Beatles. Música del cuarteto de Liverpool está disponible en todos lados. Entonces ¿cómo hacer que el usuario se clave con la marca? Lo que hace iTunes es darle "probaditas" a sus clientes y darle la mayor cantidad de facilidades para hacerse de música al momento.

Pensemos un poco en alguien que quiere obtener determinado tema musical al momento. Puede buscar en cuatro o cinco páginas de internet antes de hartarse y optar por oír la canción en Soundcloud o hacer una conversión desde el YouTube, pero la calidad auditiva no es la misma.

Estos sitios son los principales aliados de los productores de contenidos, autores y promotores, pues sirven como instrumento de difusión y sus esquemas (hasta ahora) hacen que el usuario se acostumbre a consumir los productos en esos sitios.

Las cadenas de complejos cinematográficos están ingresando a dicha competencia también, con la enorme ventaja de que esos estrenos que anda por las carteleras hoy, estarán disponibles para disfrutar en línea en menos de dos meses.

Supongamos que queremos llevar a la familia al cine para ver la última película infantil de moda. No nos alcanza el dinero para pagar cuatro entradas, golosinas y demás gastos. Y aparece de pronto el sitio que nos dice que la tendrá en un mes pero hay que ser socio. Uno siempre podrá optar por ir con el vendedor de la esquina y comprar un disco para ver, con una calidad por lo general deplorable, la película. Usted ¿se esperaría, le entregaría a su familia un producto de mediana o mala calidad, o haría el gasto?

Cuestión de enfoques y necesidades creo, pero lo cierto es que estas empresas están haciendo lo que las industrias del entretenimiento no fueron capaces de pensar en todos estos años: el usuario siempre va a querer más y si internet nos los da, seguro hay que atacar a esos ímpetus por ahí.

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